"-!Tres semanas al cubo, pero antes pasas por el pedicuro, subversivo de mierda!El pedicuro era un civil, un terrateniente al que la reforma agraria había expropiado varios miles de hectáreas, y se desquitaba participando como voluntario en los interrogatorios. Su especialidad era levantar las uñas de los pies, lo que ocasionaba terribles infecciones.
Conocía el cubo. Mis primeros seis meses de prisión fueron de aislamiento total en el cubo, un habitáculo subterráneo que medía un metro y cincuenta de largo, por el mismo de ancho, por igual medida de alto. Antiguamente en la cárcel de Temuco había habido una curtiembre y el cubo servía para almacenar grasas. Las paredes de cemento hedían aún a grasa, mas al cabo de una semana los proprios excrementos se encargaban de convertir el cubo en un lugar muy íntimo.
Solamente cruzado en diagonal era posible estirar el cuerpo, pero las bajas temperaturas del sur de Chile, el agua de las lluvias, y los orines de los soldados, invitaban a abrazar las piernas, a permanecer así, deseando ser cada vez más pequeño, hasta conseguir habilitar una de las islas de mierda que flotaban y sugerían vacaciones de ensueño. Tres semanas estuve ahí, contándome películas de Laurel e Hardy, recordando palabra por palabra las novelas de Salgari, Stevenson, London, jugando largas partidas de ajedrez, lamiéndome los dedos de los pies para protegerlos de las infecciones. En el cubo juré e rejuré que nunca me dedicaría a la critica literaria.(...)
Gracias a las gestiones de Amnistía Internacional salí de la cárcel, y aunque rapado y con veinte kilos menos, me llené los pulmones con el aire denso de una libertad limitada por el miedo a perderla nuevamente. Muchos de los compañeros que quedaron dentro fueron asesinados por los militares. Mi gran orgullo es saber que no olvido ni perdono a sus verdugos. He obtenido muchas y bellas satisfacciones en mi vida, pero ninguna se compara con la alegría que da abrir una botella de vino al saber que alguno de esos criminales fue ametrallado en una calle. Entonces levanto la copa y digo: "Un hijo de puta a menos !viva la vida!"."
Luis Sepúlveda, "Patagonia Express"Conocía el cubo. Mis primeros seis meses de prisión fueron de aislamiento total en el cubo, un habitáculo subterráneo que medía un metro y cincuenta de largo, por el mismo de ancho, por igual medida de alto. Antiguamente en la cárcel de Temuco había habido una curtiembre y el cubo servía para almacenar grasas. Las paredes de cemento hedían aún a grasa, mas al cabo de una semana los proprios excrementos se encargaban de convertir el cubo en un lugar muy íntimo.
Solamente cruzado en diagonal era posible estirar el cuerpo, pero las bajas temperaturas del sur de Chile, el agua de las lluvias, y los orines de los soldados, invitaban a abrazar las piernas, a permanecer así, deseando ser cada vez más pequeño, hasta conseguir habilitar una de las islas de mierda que flotaban y sugerían vacaciones de ensueño. Tres semanas estuve ahí, contándome películas de Laurel e Hardy, recordando palabra por palabra las novelas de Salgari, Stevenson, London, jugando largas partidas de ajedrez, lamiéndome los dedos de los pies para protegerlos de las infecciones. En el cubo juré e rejuré que nunca me dedicaría a la critica literaria.(...)
Gracias a las gestiones de Amnistía Internacional salí de la cárcel, y aunque rapado y con veinte kilos menos, me llené los pulmones con el aire denso de una libertad limitada por el miedo a perderla nuevamente. Muchos de los compañeros que quedaron dentro fueron asesinados por los militares. Mi gran orgullo es saber que no olvido ni perdono a sus verdugos. He obtenido muchas y bellas satisfacciones en mi vida, pero ninguna se compara con la alegría que da abrir una botella de vino al saber que alguno de esos criminales fue ametrallado en una calle. Entonces levanto la copa y digo: "Un hijo de puta a menos !viva la vida!"."
Não sei o que mais intriga...se as condições retratadas no início; se a felicidade pela morte de outra pessoa, retratada no final.
Por uma questão de princípio não deveria concordar com nenhuma...mas...ainda assim...esta sensação de "vingança" parece-me a mais natural.
Triste Sorte...
Lembro-me sempre do Cmdte Tomás Borge na Nicarágua.Passou várias vezes pelas cárceis do ditador Somoza, onde for violentamente torturado. Salvo erro a companheira dele morreu às mãos dos torturadores. Depois da revolução sandinista, nunca houve nenhuma represália contra os agentes do Somoza.Quando perguntavam a Tomás Borge, que ocupava o lugar de Ministro o Interior, se não sentia nenhuma vontade de se vingar contra aqueles que o tinham torturado, ele respondia sempre que a vingança dele era que os seus filhos agora frequentavam as mesmas escolas que os filhos dos seus torturadores e que todo o mundo já sabia o que eles tinham feito...
ResponderEliminar